El bebé presenta un reflejo por supervivencia “reflejo de
succión”
que le permite encontrar el pezón de la madre donde alimentarse. Esta acción de
alimentarse “exprimiendo la teta” le supone un esfuerzo enorme por lo que se
quedará dormido. Este reflejo también se produce entre toma y toma al
interponer un chupete, dedo o labio se activa igualmente la musculatura
masticatoria.
Por la facilidad de disponer de sustitutos artificiales eficientes
de la leche materna, es habitual dar biberones desde el primer día,
simplificando enormemente la alimentación, por ello el bebé se cansa menos. El
chupete le permite seguir entrenando la musculatura. Cuando se acostumbra el
bebé al chupetelo usará como amigo íntimo en todas las horas que pasará dormido
y muchas horas del día. Todo esto es habitual en nuestra sociedad.
Desde los 6 meses al primer año, es recomendable no usar el chupete
de día o usarlo poco, nuestro hijo debemos acostumbrarle jugando a no tenerlo en la
boca, o si lo hace poco a poco quitárselo por periodos mayores de tiempo, hasta
lograr que sólo lo use como consuelo para dormir. Es mejor el chupete que el
dedo por ello no nos creemos otro problema para solucionar el que tenemos.
Con la erupción de los dientes se inicia un cambio en el patrón de
deglución, saldrán hacia los 6 meses los incisivos creando el reflejo de
masticación lateral y entre los 16 y 20 meses las primeras muelas
creando una primera mordida, a partir de este momento es cuando el chupete
empieza a ser nocivo.
El uso nocturno del chupete ha de limitarse como máximo a los 24
meses.
El niño va definiendo su carácter desde temprano y con 20 meses sabe
perfectamente que cosas le gustan y cuales no, por ello entorno a los 16
meses es más fácil quitarlo, al no ser aún consciente, ya que un poco más
adelante habrá que pelear más duro para poderlo quitar.
El uso excesivo del chupete supone un estímulo nocivos que facilita
separar los incisivos superiores hacia delante y arriba creando una mordida
abierta. Esta
situación crea un espacio que para poder tragar obliga al niño a interponer la
lengua entre los dientes separados y los empuja para sellar el espacio al
tragar, constituyéndose el hábito de deglución atípica. Esta forma de tragar
agrava la mordida abierta, porque además de a presión que ejerce la lengual
hacia delante en los incisivos superiores también meterá el labio inferior
entre los incisivos superiores e inferiores, con lo que el labio inferior
empuja atrás los incisivos inferiores, separando cada vez más los dientes.
Mordida abierta y deglución atípica implican también una mala masticación ya
que no triturará hacia los lados sino sólo será capaz de masticar en
apertura y cierre bloqueando aún más el correcto desarrollo del paladar, que será
más estrecho (paladar ojival), atrapando la mandíbula que tampoco se
desarrollará, quedando retrasada como en el recién nacido.
No más allá de los dos años, jugando, los padres debemos crear un
cuento bonito, en que algún muñeco necesita el chupete para su bebé y el niño
se lo va dar por ser pequeñito como un día se lo dieron a él y así hacerle
participe de que voluntariamente aunque no de buen gusto participe en dejar de
usarlo.
En ocasiones cuando el niño es más mayor de los dos años se puede ser más tajante
y decir que una figura de algún objeto decorativo, por ejemplo navideño, al
recogerlo tras la navidad, se lo ha llevado para otro niño, ahora es una
acción que no decide el niño pero que se le hará ver que no tiene vuelta atrás, de forma que los padres
no dejemos abierta una puerta a que el niño como lo quiera se arrepienta de
haberlo dado y lo pida de vuelta. Por supuesto nunca ceder una vez dado el paso
y volver a ofrecer el chupetes o chupetes que usa el niño. Paciencia que el mal
rato durará pocos momentos durante varios dias.
En edades con mayor consciencia, habrá que explicarle, que su chupete hará
que sus dientes se queden muy feos colocados, no para asustarle, pero si para
mostrarle que podemos evitar que le pase a él. Ahora si le hacemos participe
de una acción difícil pero en la que cuenta con nuestra ayuda. Podemos enseñarle un
dibujo de un conejito, de un dibujo con un niño con los dientes hacia fuera
(tipo Felipe de Mafalda), darle nuestro apoyo para que con un cuadro de los
dias de las semanas vayamos logrando que al principio haya un día de los siete
que al menos lo deje y le compensemos por su esfuerzo, y luego que consiga
logros más significativos. Imaginación para que cada uno encuentre la mejor
forma de conseguirlo con sus hijos. Pero supone esfuerzo y sólo los padres
pueden lograrlo.